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Ocultación de Saturno 16/07/2019


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Hola, camaradas. Espero que anden muy bien. 

 

Yo tengo una sinusitis de la conch* de la lora culpa del frío de anoche ¡pero, caramba, que valió la pena!

Salí temprano de mi trabajo, tipo 22:30, y lo primero que hice fue buscar la Luna. El sábado ya había tenido una micro dosis con la conjunción de Júpiter, que se vio hermosa toda la noche. Fue una vista brillante y llamativa que disfruté sin telescopio pero con asado. Bueno, la de anoche también fue atrapante: la Luna casi completa y acompañada, tan cerca, por una bolita amarilla tiene su encanto. ¿La noche? Despejadísima. El seeing sería develado recién en mi casa.

 

Cuando bajé del colectivo, unos 50 minutos más tarde, fue notable el acercamiento. Inconfundiblemente algo pasaba allá arriba. Siempre me gusta jugar pensando en las personas que no están enteradas de este mundo astronómico, con fechas, conjunciones y eventos; personas que simplemente, a veces por casualidad, levantan la vista y se encuentran con algo fuera de lo común. Pienso en que les avisan a sus familiares, quizás lo comentan al pasar. Pienso en que alguien, perdido entre tantos, habrá notado que a cada rato la estrella amarilita que está cerca de la Luna se le pega cada vez más. ¿No estaba, Vieja, así de cerca hace un mes?. En fin, todo eso pensaba en el kilómetro doscientos que me separa de la parada del colectivo hasta mi casa.

 

Al llegar no perdí tiempo: afuera el 130-900. A aclimatarse, compadre. Pase frío. También saqué una lata de cerveza negra, de las Schneider nuevas, para que tomara temperatura ambiente también. Yo adentro me aclimaté con Encuentro, una mandarina y un puñado de nueces. Y dos partidas de Age of Empires II. Pero eso es de vicioso nomás.

Tipo dos y media salí para probar la noche. Júpiter estaba bajando ya, posado sobre toda la contaminación de la ciudad (vivo al Este del Gran San Juan) pero igual le tiré, sólo para ir entrando en calor. Todo muy normal, muy Júpiter con su baile galileano, así que me fui nomás para la Luna. Todavía no entraban ambos cuerpos en el campo visual del SP de 25 mm a 36x.

Pero igual probé xD

Un paso rápido por ambos objetos con todos los oculares (SP 25 = 36x, BST 18 = 50x, BST 12 = 75x y BST 5 = 180x) y al refugio, porque la noche estaba fatal. Seeig aceptable, pero fatal de fría.

 

Ya pasadas las 3 de la mañana, más cerca de las 4, probé con el 25 mm otra vez y ahora sí, ambos cuerpos en el campo del ocular y regalándome, sirviéndome, la imagen más bonita que me acuerde desde que observo el cielo. Porque he visto cosas maravillosas, impresionantes, despelucantes, asombrosas, brillantes, misteriosas y bellas; con el eclipse de hace dos semanas que conjugó todo esto, y más, pero no me acuerdo haber visto algo así, bonito. Una imagen bonita. La claridad que tiene el SP de 25 mm y lo bien que se aprecia la Luna a 36x, con Tycho tan sobresaliente, con los cráteres en la periferia con tanta textura, ¡y con Saturno al lado! Con esa bolita anillada anaranjadita, brillante... precioso.

 

Parecía un tatuaje del cielo. Un dibujo, una imagen de Pinterest en vivo. 

 

Con el BST de 18 mm todavía no entraban los dos. Y antes de ir a calentarme otra vez, le tiré con el 5 mm a ver cómo se comportaba el seeing. Y se portó bien: dejando Saturno en el borde izquierdo del campo visual, con el foco lo más fino que podía, y esperando a que las vibraciones de la estoica EQ2 se detuvieran, apenas si tres o cuatro veces perdí la imagen. El resto, señores, señoras, una maravilla de seeing. Si les digo que pude ver la división de Cassini les mentiría a ustedes y a mi propio equipo, pero sí que la sospechaba fuerte. Muy fuerte. Igual que las bandas nubosas. Esas eran mucho más que sospechas.

 

Cómo habrá sido de nítida la imagen, lo tranquila que se veía, lo cómodo que estaba yo sentado en la oscuridad de mi patio, que en un momento fantaseaba con que estaba en una nave pasando cerca de Saturno. Y cuando lo perdía por la derecha de mi ocular, como se pierden las montañas o los pueblos desde la ventana del colectivo en la ruta, lo seguía con mi cabeza y trataba de verlo lo más que podía. ¿A dónde iba yo y qué rumbo tenía mi nave? Ni idea. 

 

Entré en calor con un yerbeado (a.k.a. mate cocido) con burro y una cascarita de la mandarina (su color me recordó al de Saturno a 36x). Y ya con las manos calentitas y el foco del teles ajustado al BST de 5 mm (y por ende, también al de 18 y 12) me dediqué a jugar con las tres vistas más deliciosas que tengo en mi memoria de la Luna y Saturno.

 

No había, ya cerca de las cinco, movimiento alguno de la atmósfera y la calma era tal que sólo se escuchaban tres gallos madrugadores (vaya uno a saber dónde habrán estado, y cuán lejos) y la música de mi computadora, adentro de mi casa, amortiguada por las puertas y ventanas cerradas. Ni los perros andaban despiertos. Un gato sí. El más gordo y mañoso. Me acompañó en el momento de brindar, con la súper aclimatada lata de cerveza negra.

 

A esa altura, en medio de la ceremonia de libación, noté que Saturno ya no se veía a simple vista. Había que buscarlo puntualmente, sabiendo dónde estaba, para adivinar un punto débil y tímido. Un trago para mí, uno para la Luna y su compañero, otro para la Tierra y el último para todos los que quisieran acompañarme. Salud. Ahora al 18 mm por última vez, con la lata al alcance de la mano y el cielo, al del ojo.

 

Ganando todo el centro del campo visual, la Luna parece una uva tardía, toda arrugada, plegada y seguramente muy dulce; de esas que quedan en los racimos incluso en invierno. Y al lado, la bolita amarilla-naranja con anillos. Tan cerca. Pero todo se sacudió: al acomodarme en la silla toqué con mi pie la montura y toda la imagen se estremeció. Quedó tambaleándose, casi circularmente, y ahí vi la escena completa: el grano de uva, pasado de maduro, y al lado, revoloteándole, una avispa. Casi pude sentir el zumbido...

 

Pero basta: pasemos a 75x, donde la vista gana en detalles pero pierde composición, si se quiere. Alcancé a ver la línea sinuosa de los cráteres más chicos, en el borde lunar, y una débil lunita en Saturno (¿Titán? ¿Rhea? Era minúscula). Junto al propio corrimiento dentro del ocular se podía notar el de la Luna (aunque debo admitir que parecía Saturno el que se acercaba). Una cosa curiosa: la fuerte luz de la Luna molestaba a la vista, pero también generaba juegos de luces y colores según cómo me posicionara en el ocular. Tycho era especialmente atractivo con este aumento, y mi ojo iba y venía, frenético, mirando todo y esperando el momento.

 

Después me atacaron los nervios: ¿pongo ya, definitivamente, el 5 mm? ¿Cuánto falta? ¡Están tan cerca! Ya fue: vamos a 180x. Potencia máxima al 130, que a esa hora de la noche era uno más en el aire helado. Full aclimatado, foco preciso, objeto en el campo e imposible de perder, observador calmo (por fuera) y...

 

La imagen más clara, nítida y loca que tuve de Saturno. La noche más tranquila y la observación más cómoda del año. Despacio, sin apuro, los anillos fueron achicando su margen contra la Luna, que era una panza blanca-gris llena de cráteres con valles negros y profundos. La vista del espacio, el frío que sentía, la soledad de la madrugada apenas rota por los gallos o el ronronear de mi gato. Como si flotara en las cercanías de una luna helada de Saturno, de las más solitarias, mientras el resto duerme en la nave. Después el segundo eclipse en dos semanas. Chau, señor Saturno, ¡chau! Se fue, haciéndose borroso, oscuro y sin detalles, detrás de una Luna madura y pellizcada.

 

Lo demás fue una sonrisa. 

 

Así viví mi primera ocultación de Saturno. 

Un abrazo, camaradas, ¡y buenos cielos!

 

 

 

 

 

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Hermoso relato! Debo reconocer que me llamo la atención de como entras en calor, una mezcla de cerveza y mate cocido puede llegar a terminar abruptamente una noche de observacion, reservado a los acostumbrados, todo sea para entrar en calor, digamos. El seeing de tus pagos tiene noches que son para estirar hasta el amanecer, y creo que lo lograste.

 

Te felicito, muy buen relato!

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hace 16 minutos, ricardo dijo:

Hermoso relato! Debo reconocer que me llamo la atención de como entras en calor, una mezcla de cerveza y mate cocido puede llegar a terminar abruptamente una noche de observacion, reservado a los acostumbrados, todo sea para entrar en calor, digamos. El seeing de tus pagos tiene noches que son para estirar hasta el amanecer, y creo que lo lograste.

 

Te felicito, muy buen relato!

 

Jajaja todo sea por no perder los dedos! Pero la cerveza negra es noble. O mi estómago fuerte, no sé.

Anoche se portó el cielo. Hacia el noroeste había dos nubes solitarias, chicas, pero el resto estaba limpio y calmo.

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